Docencia...

Ay qué cantidad de sentimientos encontrados, miedo, incertidumbre, felicidad, ansias, desgano, ganas de reír, ganas de llorar... Sí, eso produce la docencia.
Pasa que tomé dos nuevos colegios, y siempre nacen dudas y miedos. Es algo inevitable, es miedo a lo desconocido. Es preguntarse una y otra vez, cómo serán los chicos, cómo me tratarán, cómo tendré que actuar... y demás preguntas que no tienen respuestas.
Leyendo un mail, encontré una frase que parecía escrita para mí, que decía algo así como que el pasado no puede volver por más queramos y lo tenemos que dejar ir, y eso es lo que no quiero, no quiero que cada vez se aleje más mi pasado, ese pasado que extraño, que anhelo que vuelva, en donde no tenía estas preocupaciones, donde mi vida era tan simple, tan llena de vida y de ganas de vivir.
Hoy por hoy las preocupaciones han cambiado mi carácter, los miedos se hacen cada vez más presentes y las angustias crecen, la incertidumbre se hace cada vez mayor y no lo puedo evitar, mis colegios nuevos o los viejos también, mi casa (que en realidad es la de mis Padres), mis Padres, mi mundo es como que se estuviera cerrando y abriendo a la vez. ¿Y por qué cerrando y abriendo a la vez? Cerrando porque por más que quiera escaparme no puedo, estoy encerrada dentro de mis obligaciones y demás menesteres. Abriendo porque es la necesidad de independencia la que me está forzando a tomar nuevos desafíos (más escuelas, por ejemplo), la que a base de sufrimientos y experiencias nuevas me va a permitir empezar mi camino en la vida, yo no de la mano de Mami y Papi, sólo mi persona y yo, forjando mi propio destino.
Y ésto damas y caballeros lo voy a cumplir gracias a la DOCENCIA... Si es que no muero en el intento de un ataque de nervios o una sobredosis de Alplax jajaja.